Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
Salmo 102:7.
Me dejaréis solo;
mas no estoy solo,
porque el Padre está conmigo.
Juan 16:32.
Jesús sufrió la soledad
Él era “como el pájaro solitario sobre el tejado”. Así es ilustrado uno de los rasgos del carácter del Señor Jesús. Amaba a los hombres y andaba delante de ellos, pero a causa de su misma perfección fue incomprendido y rechazado. Varios versículos evocan su soledad: “Cada uno se fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los Olivos” (Juan 7:53; 8:1). “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Su pueblo no le reconoció como el Mesías prometido (Juan 1:10-11). Aun sus discípulos le comprendían muy poco.
En esa soledad Jesús vivía cerca de Dios su Padre. “No me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”, pudo decir (Juan 8:29). Sin embargo, a causa de nuestros pecados, con los cuales cargó, tuvo que ser desamparado por Dios durante las tres horas de total oscuridad en la cruz. Pero Jesús permaneció perfecto en su amor.
Por eso, si tenemos que atravesar la soledad y el duelo, pensemos en el Señor Jesús. Él pasó por semejantes circunstancias y simpatiza con nosotros, porque está vivo y nos ama. Muchos creyentes lo han experimentado. Cuando estaba en la cárcel, el apóstol Pablo escribió: “Todos me desampararon… Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:16-17). Al confiar en él conoceremos a Dios como nuestro Padre, como el mismo Señor le dijo a María Magdalena (Juan 20:16-17). Es un Padre que nos ama y nunca nos abandonará.
El devocional diario, es editado por: "La Buena Semilla" 1166 Perroy (Suiza) © Copyright: Todos los derechos reservados. El texto enviado hoy es del día correspondiente al año pasado. El texto del día de hoy puede leerse en nuestra página: LaBuenaSemilla.net
Salmo 102:7.
Me dejaréis solo;
mas no estoy solo,
porque el Padre está conmigo.
Juan 16:32.
Jesús sufrió la soledad
Él era “como el pájaro solitario sobre el tejado”. Así es ilustrado uno de los rasgos del carácter del Señor Jesús. Amaba a los hombres y andaba delante de ellos, pero a causa de su misma perfección fue incomprendido y rechazado. Varios versículos evocan su soledad: “Cada uno se fue a su casa; y Jesús se fue al monte de los Olivos” (Juan 7:53; 8:1). “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Su pueblo no le reconoció como el Mesías prometido (Juan 1:10-11). Aun sus discípulos le comprendían muy poco.
En esa soledad Jesús vivía cerca de Dios su Padre. “No me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”, pudo decir (Juan 8:29). Sin embargo, a causa de nuestros pecados, con los cuales cargó, tuvo que ser desamparado por Dios durante las tres horas de total oscuridad en la cruz. Pero Jesús permaneció perfecto en su amor.
Por eso, si tenemos que atravesar la soledad y el duelo, pensemos en el Señor Jesús. Él pasó por semejantes circunstancias y simpatiza con nosotros, porque está vivo y nos ama. Muchos creyentes lo han experimentado. Cuando estaba en la cárcel, el apóstol Pablo escribió: “Todos me desampararon… Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:16-17). Al confiar en él conoceremos a Dios como nuestro Padre, como el mismo Señor le dijo a María Magdalena (Juan 20:16-17). Es un Padre que nos ama y nunca nos abandonará.
El devocional diario, es editado por: "La Buena Semilla" 1166 Perroy (Suiza) © Copyright: Todos los derechos reservados. El texto enviado hoy es del día correspondiente al año pasado. El texto del día de hoy puede leerse en nuestra página: LaBuenaSemilla.net
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