domingo, 2 de noviembre de 2008

EL PODER DE LA PALABRA

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. Apocalipsis 1:3
Resulta asombroso pensar en lo poco que escudriñamos la Palabra de Dios en busca de sus promesas. Por dicho motivo, el poder de la Palabra no puede hacer su obra en nosotros.
Esta historia la leí hace algún tiempo exactamente como aparece aquí registrada:
Durante su estancia en los Estados Unidos, un creyente noruego relató una interesante experiencia que tuvo en una ocasión en que hizo una visita a un anciano ciego, sin manos y discapacitado.
En el suelo, a su alrededor se hallaban esparcidas hojas de cartón perforadas con muchos agujeritos. El anciano le contó al visitante acerca del accidente que lo redujo a su doloroso estado. En aquella trágica situación, su vida no tenía esperanza.
-Recibí a Jesucristo como mi Salvador –dijo el anciano. Me volvió la serenidad. En mí se despertó el deseo de leer la Palabra de Dios para conocer mejor a Jesús. Me parecía inútil el método Braille, pues no tengo dedos. Un día creí oír la voz de Dios diciéndome: “Aprende a leer con tu lengua”. Oré para recibir mi Biblia en Braille y así empecé a leerla.
“Necesité mucha paciencia –dijo el anciano-, pero lo logré”. El visitante le pidió que leyera un versículo. Su Biblia estaba delante de él. Con su lengua tocó ligeramente los signos. Luego, el anciano dijo: “Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4).
-¿Cuántos capítulos ha leído? –le preguntó el visitante.
El anciano sonrió y contestó: “He leído toda la Biblia varias veces”.
Me sonrojo con vergüenza al ver mis manos, mis ojos y la cantidad de biblias que hay a mi alrededor. Sin embargo, ¡cuán negligente he sido para escudriñar las maravillosas promesas del Señor en su santa Palabra! Con justa razón observamos que algunos conocemos muchas cosa de Dios, pero su poder no se manifiesta en nuestra vida de una forma gloriosa, pues el poder no puede penetrar en nuestra fría alma.
Oro a Dios para que el poder de su Palabra nos toque hoy.
Dios te bendiga,

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