martes, 13 de enero de 2009

La voz del pastor


“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” Juan 10:1-5.

¿Conoce usted la voz de su Pastor? Repetiré la pregunta: ¿Puede usted identificar la voz de Jesucristo? Yo creo que sí, ya que es una facultad espiritual con la cual nos ha dotado el Señor a todos los cristianos. Podemos discriminar la verdadera voz de nuestro Buen Pastor, de aquella multiplicidad de “voces” que vienen de otras fuentes, no divinas. Jesús dice que sus ovejas “no conocen la voz de los extraños”.

Mas que identificar los llamados del mundo, de la carne y de Satanás como voces amenazantes y peligrosas, para el cristiano son manifestaciones extrañas. Sencillamente queremos seguir a Jesús porque le amamos y queremos hacer su voluntad. Sabemos que los llamados de la carne a satisfacerse en el pecado, nos dañan y no es el deseo de Cristo. Sabemos que las voces tentadoras del mundo a buscar la vanagloria de la vida, vivir para pasarlo bien, el momento, las fiestas, el consumismo, las drogas y el alcohol, el desenfreno y la ambición del dinero, son voces extrañas que no armonizan con el Espíritu que nos mueve.

Sabemos que la voz engañadora de Satán, que toca nuestra debilidad y siembra cizaña en la mente, no podemos seguirla. La oveja sensible a la voz del Príncipe de los Pastores no cederá a la tentación ni le seguirá. El Señor confía en el Espíritu que ha puesto en nosotros. El Espíritu Santo es el que nos capacita para discernir la voz de nuestro Pastor. Él dice: “Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Hay que arrancar del Maligno, no contaminarse con la manera antivalórica de este mundo y jamás ceder a nuestra carne sino dominarla.

Más que en identificar las voces negativas, concéntrese el samaritano, como todo cristiano, en escuchar a Jesús. El niño conoce tanto la voz de su padre y de su madre, que podrá identificarlos aún en la oscuridad. Si escucha otra voz en la noche, es probable que se asuste y huya; mas si es la de sus padres les abrazará. Así también es el cristiano: está acostumbrado a la cariñosa voz del Padre Celestial. Conocemos la manera de pensar, sentir, actuar y sobretodo la manera de amar de nuestro Dios.

Así es que cuando escuchamos palabras o pensamientos disonantes con su modo, huimos. Hermano, amigo: indudablemente tú conoces la Voz de nuestro Dios y no puedes ser engañado. Ya lo dijo el Divino Pastor: “va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. La clave para no seguir esas voces extrañas es conocer al Pastor, así como él nos conoce a nosotros, en profundidad. Dice su Palabra que “a sus ovejas llama por nombre, y las saca”.

El nombre en la cultura judía era muy importante, pues encerraba todas las características personales de alguien, era casi como su alma. Pues, cuando Jesús nos llama por nuestro nombre es porque nos conoce a cada uno, con fortalezas y debilidades, pecados y virtudes, integramente. También nosotros dediquémonos a conocer el Nombre de nuestro Dios. Conocer al Señor, más que tener mucha doctrina en la mente, es experimentar la presencia de Él diariamente en el corazón.

Esa es la mejor manera de no ser embaucado por otras voces. Por último, querido samaritano y amigo, si por alguna razón usted no escuchase su voz y se extraviara, debo recordarle que este Pastor jamás le abandonará. “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, le pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reune a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” (San Lucas 15:4-6).

Pastor Iván Tapia Ministerio El Buen Samaritano

1 comentario:

Trenzas dijo...

Contenta de verte volver a estos espacios, Marta.
Me ha gustado este post, que bien nos viene a todos recordar quien es quien pone buenos caminos en nuestras vidas.
Un placer quedarse aquí un ratito a intentar reencontrarse.
Un abrazo, amiga mía.